Dulces sueños

Esta semana os presento uno de los proyectos a largo plazo de nuestros pequeños portentos.
A menudo escucho como las capacidades de los niños se ven coartadas por criterios como "los pinceles no son para los niños, mejor las ceras", "los niños no pueden trabajar con barro, sólo plastilina" y, perdonenme, un sinfín de sin sentidos que no responden más que a un "miedo al que se me manche el niño y todo lo que le rodea"
Pues si, afortunadamente en nuestro taller habitualmente "eso" pasa. También pasa que después las manchas se lavan y se van, pero lo realmente importante es lo que queda, la experiencia. Esa es la filosofía y lo que, día a día, busco en mi actividad, unas veces con mayor y otras con menor éxito, como todo.

Día a día descubro que cuando confías en ellos y en sus capacidades más que en sus limitaciones surgen verdaderas maravillas y sobre todo, nuevas experiencias.

Esta vez comenzamos con barro, porqué no?
La inspiración, la Luna, quién no se ha imaginado su cara alguna vez, pero..que cara tendrá la luna vista por niños de 4 y 5 años?
 Rodillos, tablillas, palillos de modelar, todos los instrumentos a su alcance pero sobre todo, las manos..
 El contacto con el barro es de lo más relajante, su plasticidad e incluso su olor a tierra húmeda pone en funcionamiento todos nuestros sentidos.
Valentina y Camilo ven la luna menguante, mientras que Gonzalo duerme a la luz de la luna llena, eso sí, todas tienen una graaaan sonrisa!
Después de modelarla en barro, para que no se nos rompa por el camino, la pasamos a cartón piedra. Rasgar y pegar, capa tras capa, a nuestros artistas les encanta embadurnarse bien de nuestra salsa estrella,
"el moquillo".

 Toca el vaciado, cucharón en mano, quien dijo miedo!
De inventores a escultores, de escultores a canteros, de canteros a ..pintores! 
De que color verán la luna?
Espléndidas!
Y si les colgamos unas estrellas y las pintamos con esponjas?!


Impresionantes,
 ahora si, ya podemos dormir tranquilos
Dulces sueños, felinos.

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